El aprendizaje de una segunda lengua, especialmente del inglés, es una de las habilidades más valoradas en el mundo actual. Para quienes buscan perfeccionar su dominio, surge una pregunta frecuente: ¿es mejor tomar clases con un profesor nativo o con un profesor bilingüe?
Ambas opciones ofrecen ventajas y también presentan ciertas limitaciones. Conocer estas diferencias puede ayudar a los estudiantes a elegir la opción más adecuada según sus objetivos, nivel de idioma y estilo de aprendizaje.
La experiencia con un profesor nativo
Un profesor nativo es aquel que ha crecido hablando la lengua como parte de su vida cotidiana. Esto significa que su dominio del idioma es natural, espontáneo y refleja la riqueza cultural y social de su entorno.
Las clases con un docente nativo destacan por la exposición constante a la pronunciación auténtica. Los estudiantes pueden escuchar acentos reales, entonaciones y expresiones coloquiales que difícilmente se encuentran en libros de texto. Esto favorece la comprensión auditiva y ayuda a adquirir una pronunciación más cercana a la de los hablantes originarios.
Otra ventaja es el contacto con la cultura implícita en el idioma. Un profesor nativo transmite referencias culturales, costumbres y modos de pensar que enriquecen la experiencia del aprendizaje. Por ejemplo, al enseñar frases idiomáticas o modismos, puede explicar no solo su significado, sino también el contexto social en el que se utilizan.
Sin embargo, tener un profesor nativo no siempre garantiza mejores resultados. En ocasiones, si el docente carece de formación pedagógica, puede resultar difícil explicar reglas gramaticales con claridad, especialmente a principiantes. Además, existe la posibilidad de que el profesor no domine la lengua materna del estudiante, lo que complica resolver dudas en niveles iniciales.
La experiencia con un profesor bilingüe
Un profesor bilingüe, en cambio, ha aprendido el idioma como segunda lengua y ha alcanzado un nivel avanzado o casi nativo. Su experiencia como aprendiz le permite comprender de primera mano las dificultades que enfrentan sus estudiantes.
Una de las grandes ventajas de un docente bilingüe es su capacidad de explicar estructuras gramaticales de forma comparativa. Al conocer el idioma nativo de los alumnos, puede aclarar dudas rápidamente, evitar confusiones comunes y ofrecer estrategias prácticas para superar obstáculos. Esto resulta especialmente útil en niveles básicos e intermedios, donde los estudiantes aún necesitan referencias en su lengua materna.
Además, los profesores bilingües suelen desarrollar una empatía particular con sus alumnos, ya que han recorrido el mismo camino de aprendizaje. Pueden compartir técnicas, errores frecuentes y consejos realistas para avanzar. Esta cercanía genera confianza y motiva a los estudiantes a persistir en el proceso.
No obstante, un posible límite de las clases con profesores bilingües es que, en algunos casos, la exposición al idioma puede ser menos natural o menos rica en matices culturales. Aunque muchos bilingües alcanzan un dominio altísimo, la pronunciación o el uso de expresiones coloquiales puede diferir ligeramente del de un hablante nativo.
Factores para elegir entre uno u otro
La decisión de estudiar con un profesor nativo o con uno bilingüe depende en gran medida de los objetivos del estudiante.
- Para principiantes, un profesor bilingüe puede ser más recomendable, ya que facilita la comprensión inicial, explica la gramática de manera clara y reduce la ansiedad al poder comunicarse en la lengua materna del alumno.
- Para estudiantes intermedios o avanzados, un profesor nativo puede aportar un desafío enriquecedor, especialmente en la práctica oral, la fluidez y la inmersión cultural.
- Para quienes buscan aprobar exámenes oficiales, ambos perfiles pueden ser útiles: los bilingües para reforzar la gramática y la técnica del examen, y los nativos para perfeccionar listening y speaking.
Tanto los profesores nativos como los bilingües tienen mucho que aportar al proceso de aprendizaje de un idioma. Los primeros ofrecen autenticidad lingüística y cultural, mientras que los segundos brindan claridad, empatía y estrategias pedagógicas cercanas. Lo más importante es que el estudiante defina sus metas y necesidades para elegir la opción que mejor se ajuste a su etapa de aprendizaje. En algunos casos, lo ideal puede ser una combinación de ambos: comenzar con un profesor bilingüe para asentar bases sólidas y luego pasar a clases con un nativo para perfeccionar fluidez y naturalidad.
En definitiva, más allá de la nacionalidad o el origen del profesor, el éxito en el aprendizaje depende también de la motivación, la constancia y la disposición del alumno para sumergirse en el idioma.